He pasado meses investigando la postura de Arabia Saudita sobre las criptomonedas, y francamente, estoy decepcionado. Su enfoque rígido se siente como un intento desesperado de mantener el control sobre su sistema financiero mientras ignoran la innovación global.
El gobierno saudí ha declarado esencialmente la guerra a las criptomonedas. En 2018, SAMA (su banco central) emitió advertencias sobre los riesgos de las criptomonedas, pero para 2021, se volvieron completamente autoritarios con una prohibición total de las criptomonedas en su sistema bancario. Técnicamente puedes "poseer" criptomonedas, pero buena suerte haciendo algo con ellas: el comercio y el intercambio son prácticamente imposibles dentro de los canales legales.
Lo que me molesta es la hipocresía. Están bloqueando agresivamente las monedas descentralizadas mientras desarrollan su propio CBDC con los EAU (Proyecto Aber). No se trata de proteger a los ciudadanos del riesgo, se trata de mantener el control financiero.
Mientras tanto, su vecino, los Emiratos Árabes Unidos, se está convirtiendo en un paraíso de criptomonedas. ¡Dubái está realmente abrazando el futuro, estableciendo un marco regulatorio a través de VARA y atrayendo a grandes jugadores! Intenté usar plataformas en ambos países y la diferencia es abismal. En los Emiratos Árabes Unidos, podía comerciar libremente en plataformas licenciadas, mientras que en Arabia Saudita, tuve que recurrir a soluciones de VPN dudosas que me hacían estar constantemente mirando por encima del hombro.
La justificación religiosa tampoco se sostiene. Malasia ha encontrado formas de crear soluciones criptográficas compatibles con la Sharia desde 2019. Incluso Indonesia, a pesar de que el Consejo Ulema declaró que las criptomonedas son haram, no ha implementado una prohibición total.
Al observar a otras naciones islámicas, el espectro es fascinante. Irán permite las criptomonedas para el comercio internacional (principalmente para eludir sanciones), mientras que Egipto tiene una prohibición completa tras una fatwa religiosa. Pakistán parece atrapado en el medio, con restricciones oficiales pero un creciente comercio subterráneo.
Las consecuencias económicas son reales. La postura rígida de Arabia Saudita está empujando la innovación, el talento y el capital a lugares como Dubái. Sus propios ciudadanos están encontrando formas de sortear las restricciones, creando una economía informal que podría haber sido regulada y gravada.
La posición de Arabia Saudita parece especialmente retrógrada a medida que la inflación aumenta y las monedas se devalúan en toda la región. La gente necesita alternativas financieras, y el gobierno les está negando el acceso a lo que podría ser oportunidades legítimas para acumular riqueza.
He sido testigo de cómo los ciudadanos saudíes utilizan grupos de mensajería privada para organizar intercambios de criptomonedas, arriesgando consecuencias legales porque su gobierno se niega a adaptarse. Esto no es proteger a los ciudadanos; es tratarlos como niños que no pueden tomar sus propias decisiones financieras.
El futuro es claramente digital y descentralizado. Arabia Saudita puede adaptarse o seguir quedándose atrás de vecinos más progresistas que entienden que la regulación siempre supera a la prohibición.
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La Represión Cripto de Arabia Saudita: Mi Experiencia Frustrante con Políticas Financieras Obsoletas
He pasado meses investigando la postura de Arabia Saudita sobre las criptomonedas, y francamente, estoy decepcionado. Su enfoque rígido se siente como un intento desesperado de mantener el control sobre su sistema financiero mientras ignoran la innovación global.
El gobierno saudí ha declarado esencialmente la guerra a las criptomonedas. En 2018, SAMA (su banco central) emitió advertencias sobre los riesgos de las criptomonedas, pero para 2021, se volvieron completamente autoritarios con una prohibición total de las criptomonedas en su sistema bancario. Técnicamente puedes "poseer" criptomonedas, pero buena suerte haciendo algo con ellas: el comercio y el intercambio son prácticamente imposibles dentro de los canales legales.
Lo que me molesta es la hipocresía. Están bloqueando agresivamente las monedas descentralizadas mientras desarrollan su propio CBDC con los EAU (Proyecto Aber). No se trata de proteger a los ciudadanos del riesgo, se trata de mantener el control financiero.
Mientras tanto, su vecino, los Emiratos Árabes Unidos, se está convirtiendo en un paraíso de criptomonedas. ¡Dubái está realmente abrazando el futuro, estableciendo un marco regulatorio a través de VARA y atrayendo a grandes jugadores! Intenté usar plataformas en ambos países y la diferencia es abismal. En los Emiratos Árabes Unidos, podía comerciar libremente en plataformas licenciadas, mientras que en Arabia Saudita, tuve que recurrir a soluciones de VPN dudosas que me hacían estar constantemente mirando por encima del hombro.
La justificación religiosa tampoco se sostiene. Malasia ha encontrado formas de crear soluciones criptográficas compatibles con la Sharia desde 2019. Incluso Indonesia, a pesar de que el Consejo Ulema declaró que las criptomonedas son haram, no ha implementado una prohibición total.
Al observar a otras naciones islámicas, el espectro es fascinante. Irán permite las criptomonedas para el comercio internacional (principalmente para eludir sanciones), mientras que Egipto tiene una prohibición completa tras una fatwa religiosa. Pakistán parece atrapado en el medio, con restricciones oficiales pero un creciente comercio subterráneo.
Las consecuencias económicas son reales. La postura rígida de Arabia Saudita está empujando la innovación, el talento y el capital a lugares como Dubái. Sus propios ciudadanos están encontrando formas de sortear las restricciones, creando una economía informal que podría haber sido regulada y gravada.
La posición de Arabia Saudita parece especialmente retrógrada a medida que la inflación aumenta y las monedas se devalúan en toda la región. La gente necesita alternativas financieras, y el gobierno les está negando el acceso a lo que podría ser oportunidades legítimas para acumular riqueza.
He sido testigo de cómo los ciudadanos saudíes utilizan grupos de mensajería privada para organizar intercambios de criptomonedas, arriesgando consecuencias legales porque su gobierno se niega a adaptarse. Esto no es proteger a los ciudadanos; es tratarlos como niños que no pueden tomar sus propias decisiones financieras.
El futuro es claramente digital y descentralizado. Arabia Saudita puede adaptarse o seguir quedándose atrás de vecinos más progresistas que entienden que la regulación siempre supera a la prohibición.