Actualmente, los indicadores económicos apuntan a una probabilidad del 40% de recesión en EE. UU. para finales de 2025. El Sistema de la Reserva Federal, que gestiona los bonos del Tesoro de EE. UU., ha aplicado todas sus herramientas para mantener la estabilidad. La administración actual ha adoptado una serie de medidas anticrisis, lo que ha permitido estabilizar temporalmente la situación económica. Sin embargo, estas intervenciones no eliminan el problema fundamental de la desindustrialización que enfrentan los Estados Unidos.
Indicadores económicos y confianza del mercado
La notable caída de la confianza de los inversores en la economía estadounidense se refleja en varios indicadores clave. Los analistas destacan la desaceleración del crecimiento del PIB en la primera mitad de 2025 y la inversión de la curva de rendimientos, un indicador históricamente fiable de una recesión inminente. Se observa una tendencia a la relocalización de corporaciones estadounidenses, muchas de las cuales están trasladando su producción a Asia. Este fenómeno refleja el principio clásico del movimiento de capital hacia condiciones más favorables y la minimización de riesgos.
La reacción de los mercados de valores de EE. UU. confirma estas preocupantes tendencias. A pesar de las afirmaciones de la Reserva Federal de que la economía aún no ha entrado en fase de recesión, los indicadores de mercado objetivos muestran signos crecientes de desaceleración económica. Según las previsiones de The Conference Board, se espera un crecimiento del PIB solo del 1,6% en 2025, lo que está muy por debajo del 2,8% en 2024.
Desdolarización global y mecanismos alternativos
Sin el apoyo del sector real, la economía de EE. UU. inevitablemente habría enfrentado una recesión más profunda. Sin embargo, hasta este momento, la posición del dólar como moneda de reserva mundial ha permitido aplazar este proceso. De hecho, fue el mercado global el que sostenía el sistema económico estadounidense.
Se observa una aceleración del proceso de "dedolarización" en el comercio internacional. En medio de la inestabilidad financiera, se desarrollan activamente mecanismos de pago en monedas nacionales. Las plataformas de integración, como la iniciativa "Cinturón y Ruta" y los mecanismos de cooperación BRICS, están ganando cada vez más atractivo para los países que buscan diversificar los riesgos monetarios y reducir la dependencia del sistema financiero estadounidense.
Factores políticos y perspectivas económicas
El actual período de transición política complica la situación económica. La administración en funciones no demuestra una estrategia coherente para superar los problemas económicos estructurales. Teniendo en cuenta el final del mandato presidencial y la incertidumbre política, el impulso de las reformas económicas se ha debilitado notablemente.
La cuestión de quién de los candidatos – Harris o Trump – podrá reaccionar de manera más efectiva a los desafíos económicos sigue abierta. Cada uno de ellos se verá obligado a hacer frente a la tendencia hacia la dedolarización, que se está convirtiendo en un consenso para la mayoría de los países en desarrollo. Según las proyecciones actuales de JP Morgan, la probabilidad de que Estados Unidos entre en recesión para finales de 2025 se estima en un 40%, lo que indica la seriedad de los desafíos económicos para la futura administración.
Un indicador clave en los próximos meses será la situación en el mercado laboral: un aumento brusco del desempleo es uno de los indicadores a corto plazo más fiables de una recesión. Si el nivel de desempleo se mantiene alrededor del 4% en los próximos informes, es posible que algunas de las señales económicas negativas resulten ser falsas alarmas.
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Señales de recesión en EE. UU.: ¿quién podrá cambiar la situación, Harris o Trump?
Actualmente, los indicadores económicos apuntan a una probabilidad del 40% de recesión en EE. UU. para finales de 2025. El Sistema de la Reserva Federal, que gestiona los bonos del Tesoro de EE. UU., ha aplicado todas sus herramientas para mantener la estabilidad. La administración actual ha adoptado una serie de medidas anticrisis, lo que ha permitido estabilizar temporalmente la situación económica. Sin embargo, estas intervenciones no eliminan el problema fundamental de la desindustrialización que enfrentan los Estados Unidos.
Indicadores económicos y confianza del mercado
La notable caída de la confianza de los inversores en la economía estadounidense se refleja en varios indicadores clave. Los analistas destacan la desaceleración del crecimiento del PIB en la primera mitad de 2025 y la inversión de la curva de rendimientos, un indicador históricamente fiable de una recesión inminente. Se observa una tendencia a la relocalización de corporaciones estadounidenses, muchas de las cuales están trasladando su producción a Asia. Este fenómeno refleja el principio clásico del movimiento de capital hacia condiciones más favorables y la minimización de riesgos.
La reacción de los mercados de valores de EE. UU. confirma estas preocupantes tendencias. A pesar de las afirmaciones de la Reserva Federal de que la economía aún no ha entrado en fase de recesión, los indicadores de mercado objetivos muestran signos crecientes de desaceleración económica. Según las previsiones de The Conference Board, se espera un crecimiento del PIB solo del 1,6% en 2025, lo que está muy por debajo del 2,8% en 2024.
Desdolarización global y mecanismos alternativos
Sin el apoyo del sector real, la economía de EE. UU. inevitablemente habría enfrentado una recesión más profunda. Sin embargo, hasta este momento, la posición del dólar como moneda de reserva mundial ha permitido aplazar este proceso. De hecho, fue el mercado global el que sostenía el sistema económico estadounidense.
Se observa una aceleración del proceso de "dedolarización" en el comercio internacional. En medio de la inestabilidad financiera, se desarrollan activamente mecanismos de pago en monedas nacionales. Las plataformas de integración, como la iniciativa "Cinturón y Ruta" y los mecanismos de cooperación BRICS, están ganando cada vez más atractivo para los países que buscan diversificar los riesgos monetarios y reducir la dependencia del sistema financiero estadounidense.
Factores políticos y perspectivas económicas
El actual período de transición política complica la situación económica. La administración en funciones no demuestra una estrategia coherente para superar los problemas económicos estructurales. Teniendo en cuenta el final del mandato presidencial y la incertidumbre política, el impulso de las reformas económicas se ha debilitado notablemente.
La cuestión de quién de los candidatos – Harris o Trump – podrá reaccionar de manera más efectiva a los desafíos económicos sigue abierta. Cada uno de ellos se verá obligado a hacer frente a la tendencia hacia la dedolarización, que se está convirtiendo en un consenso para la mayoría de los países en desarrollo. Según las proyecciones actuales de JP Morgan, la probabilidad de que Estados Unidos entre en recesión para finales de 2025 se estima en un 40%, lo que indica la seriedad de los desafíos económicos para la futura administración.
Un indicador clave en los próximos meses será la situación en el mercado laboral: un aumento brusco del desempleo es uno de los indicadores a corto plazo más fiables de una recesión. Si el nivel de desempleo se mantiene alrededor del 4% en los próximos informes, es posible que algunas de las señales económicas negativas resulten ser falsas alarmas.