Ahora están viendo todo. ¿Hacer clic aquí? Registrado. ¿Enviar dinero allí? Marcado. Tu billetera digital cuenta una historia que alguien siempre está leyendo.

El efectivo físico aún pasa desapercibido—sin rastro de blockchain, sin ID de transacción, sin algoritmo que construya tu perfil. Es uno de los pocos movimientos que no alimenta la máquina de vigilancia.

Hace que te preguntes por qué la descentralización importa tanto en las criptomonedas. La privacidad ya no es solo una característica. Se está convirtiendo en el objetivo principal.