Una generación de dioses de las acciones se despide. Cuando Buffett anunció que ya no escribiría cartas anuales a los accionistas, ese mundo que una vez despreciaba más que nada —el universo de las criptomonedas— estaba expandiéndose a un ritmo sorprendente.

Esta vez no es una broma. Buffett realmente va a «retirarse a un segundo plano», y ya no aparece mucho en las juntas de accionistas. Su sucesor, Greg Abel, ya ha sido claramente puesto en primer plano. Al mismo tiempo, el anciano sigue acelerando la donación de sus acciones a la fundación familiar, como si quisiera dejar todo arreglado antes de su salida. En su última carta, no olvidó recordar: el tamaño demasiado grande es un problema. En otras palabras, Berkshire ya se ha convertido en una entidad colosal, con menos flexibilidad que antes.

Es bastante irónico. Desde 2014, Buffett empezó a criticar Bitcoin, llamándolo «el veneno de las ratas al cuadrado» y «una ilusión sin valor productivo», frases que se difundieron por toda la comunidad financiera. Este señor ha mantenido una inversión en valor durante décadas, y al ver a un grupo de personas que aprecian «activos de aire», naturalmente se enfurece. Pero han pasado diez años, y Bitcoin no solo no ha muerto, sino que ha prosperado cada vez más: los ETF han sido aprobados, las instituciones han entrado, e incluso algunos países lo consideran reserva estratégica.

El viento de los tiempos ha cambiado. Cuando Buffett decide retirarse, la nueva generación en el mundo de las criptomonedas está redefiniendo «valor» con una lógica completamente diferente. Quizá, dentro de muchos años, 2025 será un punto de referencia —los guardianes del viejo orden se despiden, y los seguidores de la nueva paradigma avanzan con paso firme.

La historia siempre es así: el fin de una era es justo el comienzo de otra.