La primera vez que tropecé en los contratos no fue por leer mal la dirección del mercado, sino por negarme a admitir la derrota.

Aquel día, el mercado se movió en contra y me quedé pegado a la pantalla pensando: "seguro que en nada rebota". Aguanté desde las nueve de la noche hasta las tres de la mañana, viendo cómo la garantía se esfumaba como arena en un reloj. Cuando saltó la alerta de liquidación, me retumbó la cabeza: al mercado le da igual si puedes resistir, si llega al stop loss, te tienes que ir; si te aferras, solo acabarás peor.

Luego me impuse una regla de hierro: si fallo cinco operaciones seguidas, apago el ordenador. Una vez me pilló una racha rara y, por cabezonería, abrí tres operaciones más y las perdí todas, aún empeñado en recuperar. No espabilé hasta que la quinta operación se llevó todo lo que había ganado en las dos semanas anteriores. Ahora, si encadeno cinco errores, me obligo a desconectar: salgo a correr, duermo y, al repasar, tengo la mente despejada.

Las cifras en pantalla son lo menos fiable que hay. Ahora tengo una norma inamovible: cada vez que gano 3000U, retiro 1500U y los meto en una cold wallet. La última vez que hubo un desplome repentino, menos mal que ya había asegurado la mitad; si no, todo el beneficio habría desaparecido. No pienses "ya ganaré un poco más y luego retiro", el dinero que no retiras es solo un préstamo del mercado.

¡Ahora ni miro los mercados laterales! Antes, por ansias, abrí tres operaciones pensando que con poca volatilidad rascaría algo, pero me saltaron todos los stops y entre comisiones y pérdidas, fue peor que una tendencia clara. Solo actúo cuando hay una tendencia definida: vela con dirección clara y ruptura de nivel clave. Así estoy tranquilo y no me vuelvo loco dudando de todo.

La gestión del capital es la clave. Al principio quería ir all-in para hacerme rico rápido y perdí la mitad de mi capital en una sola operación. Ahora solo uso el 10% de mi capital por operación, con un máximo de 30U por entrada; si pierdo, no me afecta demasiado y puedo analizar en frío. Mucha gente no pierde por no entender el mercado, sino porque su instinto de apostar supera a la razón.

El trading de contratos nunca ha sido una vía rápida para hacerse rico; sobrevivir depende de tu disciplina: cortar cuando toca, parar cuando toca, retirar cuando toca. Antes aprendí a base de palos y pagué mucho por ello; ahora que tengo claras estas lecciones, es como si te estuviera dando un mapa para evitar los mismos errores. Que consigas mantenerte depende solo de ti.