Hay un fenómeno interesante en el mundo de las inversiones: cuanto más exitoso es un inversor, menos suele socializar.

Un inversor veterano dijo una vez una frase que me impresionó mucho: los que hacen inversiones deben reducir al mínimo las reuniones innecesarias, la verdadera gran sabiduría se aprende con la experiencia. No se aprende en la mesa de bar, ni en las charlas triviales, sino en la soledad, la reflexión y el análisis retrospectivo.

Esta persona ha dedicado años al campo de las finanzas, valores y commodities, acumulando una profunda experiencia en múltiples clases de activos. Actualmente es el núcleo decisorio de una compañía de gestión de activos, y sus resultados de inversión hablan por sí mismos.

Su filosofía de inversión es muy sencilla: menos consumo inútil, más reflexión profunda. Muchos piensan que invertir consiste en estar bien informado y tener contactos amplios, asistir a eventos, beber y charlar todos los días. Pero en realidad, la sobrecarga de información es más ruido que otra cosa. Las personas que realmente ganan dinero suelen ser aquellas capaces de extraer las leyes esenciales del mercado caótico.

Este modo de pensar es aplicable a toda asignación de activos, ya sea en finanzas tradicionales o en criptoactivos. La información siempre está allí, pero la clave está en cómo usarla.