El metal precioso ha experimentado durante el año actual movimientos volátiles que lo han puesto en el centro de atención de los inversores, comenzando 2025 con un precio medio de 3455 dólares por onza, para luego registrar un aumento pronunciado a mediados de octubre cuando superó los 4300 dólares, antes de retroceder notablemente a niveles cercanos a 4000 dólares en noviembre. Estos movimientos extremos reflejaron una lucha real en los mercados entre quienes buscan obtener beneficios y las oleadas de compra continuas de las grandes instituciones.
El principal impulsor de esta subida no se basó en un solo factor, sino en una compleja combinación de temores económicos crecientes, especialmente sobre la desaceleración del crecimiento en las economías principales, junto con el regreso gradual de políticas monetarias expansivas. Además, la incertidumbre constante respecto a las enormes deudas soberanas y las tensiones persistentes en las cadenas de suministro globales hicieron del oro la opción preferida para cubrirse contra riesgos en las grandes carteras de inversión.
El análisis técnico dibuja una imagen neutral actualmente
Desde el punto de vista del análisis técnico, los precios del oro cerraron el 21 de noviembre de 2025 en 4065 dólares por onza, habiendo alcanzado su máximo el 20 de octubre en 4381 dólares. Lo interesante es que el precio rompió la línea de la canal alcista en el marco diario, aunque todavía se mantiene sobre la línea de tendencia ascendente principal que conecta los mínimos en torno a 4050 dólares.
El nivel de 4000 dólares representa un soporte decisivo en esta etapa; si se rompe con un cierre diario claro, el precio podría deslizarse hacia los 3800 dólares (nivel de corrección de Fibonacci del 50%). Por arriba, los 4200 dólares constituyen la primera resistencia fuerte, y superarla podría abrir camino hacia los 4400 y luego los 4680 dólares.
El índice de fuerza relativa (RSI) se sitúa en 50, lo que indica que el mercado está en una posición completamente neutral, sin una tendencia clara en ninguna dirección. Por otro lado, el indicador MACD confirma que la tendencia general sigue siendo alcista, con la línea de señal por encima de cero. La previsión técnica apunta a una posible negociación en un rango lateral entre 4000 y 4220 dólares a corto plazo, manteniendo la visión positiva mientras el precio permanezca por encima de la línea de tendencia principal.
La demanda inversora: el motor real
Datos del Consejo Mundial del Oro muestran que la demanda total de oro en el segundo trimestre de 2025 alcanzó las 1249 toneladas, un aumento del 3% anual, pero el valor se disparó a 132 mil millones de dólares, un incremento del 45%, reflejando el papel cada vez mayor de las inversiones institucionales.
Los fondos cotizados en bolsa (ETFs) de oro experimentaron flujos masivos, elevando los activos gestionados a 472 mil millones de dólares, y las tenencias aumentaron a 3838 toneladas, un 6% más que el trimestre anterior. Este número se acerca a un máximo histórico de aproximadamente 3929 toneladas, una señal fuerte de la demanda sostenida.
Norteamérica lideró la demanda global con 345.7 toneladas de un total de 618.8 toneladas en los primeros nueve meses de 2025, seguida por Europa con 148.4 toneladas y Asia con 117.8 toneladas. Solo en Estados Unidos, la demanda de consumo cayó a 124 toneladas en el segundo trimestre, un descenso del 34% trimestral, pero las entradas en fondos de inversión de 21 mil millones de dólares en la primera mitad compensaron esta caída.
Datos de Bloomberg indican que el 28% de los nuevos inversores en mercados desarrollados añadieron oro a sus carteras por primera vez en el último año, impulsados por expectativas de aumento de precios y una amplia cobertura mediática. Estos nuevos inversores mantuvieron sus posiciones incluso durante breves períodos de corrección, lo que fortaleció la estabilidad de los precios.
Los bancos centrales reconfiguran sus reservas
Los bancos centrales de todo el mundo continuaron añadiendo oro a sus reservas a un ritmo acelerado. En el primer trimestre de 2025, añadieron 244 toneladas, un aumento del 24% respecto a la media trimestral de los últimos cinco años.
Lo que llama la atención es que el 44% de los bancos centrales globales gestionan ahora reservas en oro, frente al 37% en 2024, reflejando una tendencia clara hacia la diversificación de activos lejos del dólar estadounidense.
El Banco Popular de China continuó sus compras durante 22 meses consecutivos, añadiendo más de 65 toneladas solo en ese período. Turquía también reforzó sus reservas a más de 600 toneladas. Se espera que las compras de los bancos centrales sigan siendo el principal motor de demanda hasta finales de 2026, especialmente en mercados emergentes que buscan proteger sus monedas locales de la volatilidad en los tipos de cambio.
Limitaciones en la oferta: restricciones en la producción
Aunque la producción minera alcanzó un récord en el primer trimestre de 2025 con 856 toneladas, este aumento del 1% anual no fue suficiente para cerrar la brecha entre la demanda creciente y la oferta limitada. La situación se agravó por la caída del 1% en el oro reciclado en ese mismo período, ya que los poseedores prefirieron mantener sus reservas esperando mayores aumentos de precio.
Incluso a niveles de precios sin precedentes, la oferta no respondió tan rápidamente como se esperaba, a pesar de mejoras en la producción en algunos países de África y Asia. Esta escasez de oferta impulsa al oro a probar nuevas resistencias en 2026.
La industria minera enfrenta crecientes presiones por el aumento de costos operativos debido a la inflación en energía y salarios, lo que reduce los márgenes de beneficio y limita la expansión. La firma Fitch Solutions indicó que el costo medio de extracción subió a 1470 dólares por onza a mediados de 2025, el nivel más alto en una década, haciendo que cualquier incremento en la producción sea costoso y lento.
Política monetaria: motor del cambio
La Reserva Federal de EE. UU. redujo las tasas de interés en octubre de 2025 en 25 puntos básicos, hasta un rango de 3.75-4.00%, siendo esta la segunda reducción desde diciembre de 2024. El comunicado acompañante señaló la posibilidad de recortes adicionales si la fortaleza del mercado laboral o el crecimiento económico se debilitaban.
Algunos responsables de la Fed expresaron su apoyo a medidas restrictivas; Michelle Bowman anticipó dos recortes más antes de fin de 2025 debido a la debilidad del mercado laboral, y Alberto Musalem, de la Fed de St. Louis, sugirió espacio para una reducción adicional, aunque con cautela respecto a la inflación persistente.
La herramienta FedWatch indica que los mercados ya descuentan una reducción adicional de 25 puntos básicos en la reunión del 9-10 de diciembre de 2025, siendo este el tercer recorte del año. Estas reducciones consecutivas podrían elevar las expectativas del precio del oro debido a la caída del dólar, por la relación inversa entre ambos.
Los informes de BlackRock sugieren que la Fed podría apuntar a una tasa de interés del 3.4% para finales de 2026 en un escenario moderado. Si estas previsiones se cumplen, las rentabilidades reales de los bonos disminuirían, reduciendo el costo de oportunidad del oro como activo sin rendimiento y fortaleciendo su atractivo como refugio seguro.
El contexto monetario global más amplio
Las previsiones del precio del oro no dependen únicamente de las decisiones de la Fed, sino que están directamente influenciadas por las políticas de los principales bancos centrales mundiales. Cuando bancos como el Banco Central Europeo y el Banco de Japón adoptan políticas expansivas mediante recortes de tasas o programas de compra de bonos, las monedas locales se debilitan y las rentabilidades reales disminuyen, aumentando la atracción del metal como activo seguro.
El endurecimiento monetario por parte de cualquier banco central grande puede limitar temporalmente la demanda de oro, especialmente entre inversores institucionales que buscan rentas fijas.
Durante 2025, los bancos centrales principales mostraron claros contrastes: la Fed empezó a reducir gradualmente las tasas, el BCE continuó con políticas restrictivas para combatir la inflación, y el Banco de Japón mantuvo su política expansiva. Esta diversidad creó un entorno volátil que fortaleció el papel del metal como herramienta de cobertura global.
La inflación y la deuda: las preocupaciones persistentes
El Banco Mundial pronosticó en abril de 2025 un aumento del 35% en el precio del oro durante ese año, aunque también prevé una caída en las expectativas en 2026 a medida que disminuyen las presiones inflacionarias, manteniendo los precios relativamente elevados en comparación con años anteriores.
El Fondo Monetario Internacional advirtió que la deuda pública mundial superó el 100% del PIB, generando preocupaciones sobre la sostenibilidad de las políticas fiscales. Con el aumento de estas inquietudes, los inversores se volcaron hacia el oro como refugio que protege contra la pérdida del poder adquisitivo.
La debilidad del dólar y la desaceleración del crecimiento en las economías avanzadas favorecieron los precios de las commodities, especialmente del oro, que ahora se percibe como un activo alternativo seguro frente a los crecientes riesgos de deuda soberana.
La desaceleración en los programas de ajuste fiscal en las principales economías, especialmente EE. UU. y la Unión Europea, aumentó la presión sobre los mercados de bonos. Datos de Bloomberg Economics muestran que el 42% de los fondos de cobertura principales incrementaron sus posiciones en oro durante el tercer trimestre de 2025.
Tensiones geopolíticas: un catalizador inesperado
Los conflictos comerciales entre EE. UU. y China y las tensiones en Oriente Medio impulsaron a los inversores a aumentar su exposición al oro como refugio seguro. La agencia Reuters informó que la incertidumbre geopolítica en 2025 elevó la demanda en un 7% anual, ya que los fondos institucionales buscaron cubrir riesgos en mercados emergentes y en la volatilidad del petróleo.
Cuando las tensiones en torno a Taiwán y las preocupaciones por el suministro energético aumentaron en julio de 2025, los precios spot superaron los 3400 dólares por onza. Con la persistencia de la incertidumbre, el oro continuó su ascenso, superando los 4300 dólares a mediados de octubre.
Este comportamiento histórico muestra cómo el metal reacciona rápidamente ante crisis, fortaleciendo las expectativas de que cualquier shock en 2026 podría llevarlo a niveles récord.
La dinámica del dólar y las rentabilidades reales
El oro históricamente mantiene una relación inversa con el dólar estadounidense y las rentabilidades reales de los bonos soberanos. La debilidad del dólar aumenta su atractivo para inversores extranjeros, mientras que las altas rentabilidades reducen su interés como activo sin rendimiento.
Durante 2025, el índice del dólar cayó aproximadamente un 7.64% desde su pico a principios de año hasta el 21 de noviembre, influido por las expectativas de recortes en las tasas y la desaceleración del crecimiento. Las rentabilidades de los bonos estadounidenses a 10 años bajaron del 4.6% en el primer trimestre al 4.07% en noviembre.
Esta doble caída del dólar y las rentabilidades elevó la demanda institucional de oro, ya que los inversores buscan reequilibrar sus carteras alejándose de activos en dólares.
Los analistas de Bank of America consideran que la continuidad de esta tendencia podría respaldar las previsiones de oro para 2026, especialmente con las rentabilidades reales estables en torno al 1.2% y la persistente presión sobre el dólar debido a la política monetaria expansiva, lo que podría mantener una trayectoria alcista sostenida del oro.
Expectativas de los mercados para 2026
Grandes bancos internacionales han emitido previsiones ambiciosas para 2026. HSBC espera que la tendencia alcista impulse el precio hasta 5000 dólares por onza en la primera mitad de 2026, con un promedio previsto de 4600 dólares para todo el año, frente a 3455 dólares en 2025, impulsado por riesgos geopolíticos, aumento de la deuda y nuevos inversores.
Bank of America elevó su previsión a 5000 dólares como máximo potencial en 2026, con un promedio estimado de 4400 dólares, aunque advirtió sobre una posible corrección a corto plazo si los inversores buscan tomar beneficios.
Goldman Sachs ajustó su previsión a 4900 dólares por onza, señalando un flujo más fuerte hacia fondos de oro cotizados y la continuidad en la adquisición de oro por parte de los bancos centrales.
J.P. Morgan proyectó que el promedio del cuarto trimestre de 2025 rondaría los 3675 dólares, y que el oro alcanzaría aproximadamente los 5055 dólares a mediados de 2026, aunque ya superó esas metas a principios del cuarto trimestre.
El rango más común entre los principales analistas para las previsiones de oro oscila entre 4800 y 5000 dólares como máximo potencial, con un promedio entre 4200 y 4800 dólares para el año.
Expectativas del oro en Oriente Medio
La región de Oriente Medio ha visto incrementos notables en las reservas de oro de sus bancos centrales. El Banco Central de Egipto añadió una tonelada en el primer trimestre de 2025, mientras que el Banco Central de Qatar sumó 3 toneladas.
Según las previsiones de CoinCodex, las expectativas para el oro en Egipto indican que el precio podría llegar a aproximadamente 522,580 libras egipcias por onza, lo que representa un aumento del 158.46% respecto a los precios actuales.
Para Arabia Saudita, si traducimos las previsiones globales (que sugieren que el precio podría acercarse a 5000 dólares en algunos escenarios para 2026) a la moneda local, el rial saudí, podríamos alcanzar un incremento cercano a 18750-19000 riales (considerando un tipo de cambio entre 3.75 y 3.80 riales por dólar).
En los Emiratos Árabes Unidos, usando las mismas premisas y convirtiendo el precio a dirhams, se podría estimar un valor cercano a 18375-19000 dirhams por onza.
Es importante señalar que estas previsiones son aproximadas y dependen de múltiples supuestos, como la estabilidad en los tipos de cambio (que de hecho se mantiene en Arabia Saudita y los Emiratos), la continuidad de la demanda global y la ausencia de grandes turbulencias económicas.
Corrección probable: factor de incertidumbre
A pesar de las previsiones mayoritariamente optimistas, HSBC advirtió en su análisis anual sobre la posibilidad de que el impulso alcista pierda parte de su fuerza en la segunda mitad de 2026. Podría producirse una corrección hacia los 4200 dólares por onza si los inversores buscan tomar beneficios, aunque descartó una caída por debajo de los 3800 dólares a menos que ocurra un gran shock económico.
Goldman Sachs alertó que mantener los precios por encima de 4800 dólares podría poner a la mercado a prueba de “credibilidad de precios”, es decir, evaluar la capacidad del oro para sostenerse en niveles elevados con una demanda industrial débil.
Por otro lado, los analistas de J.P. Morgan y Deutsche Bank coinciden en que el oro ha entrado en una nueva zona de precios difícil de romper a la baja, gracias a un cambio estratégico en la percepción del inversor hacia el activo como una inversión a largo plazo en lugar de una herramienta especulativa a corto plazo.
Aprovechar las oportunidades del oro en 2026
Para beneficiarse de las altas previsiones del oro, los inversores disponen de varias opciones. Pueden comprar lingotes de oro físico directamente, invertir en fondos cotizados especializados en oro, o adquirir acciones de empresas mineras y comerciales.
Otra opción cada vez más atractiva para los especuladores es el trading de contratos por diferencia (CFDs), que permite especular sobre los movimientos del oro sin poseerlo físicamente.
Los contratos por diferencia conllevan riesgos elevados, pero también oportunidades reales de obtener beneficios. Para tener éxito en este campo, es fundamental escoger un corredor de confianza y seguro que ofrezca soporte completo. Las plataformas modernas ofrecen interfaces sencillas, ejecución rápida de órdenes, gráficos dinámicos y calendarios económicos integrados que reúnen los eventos y datos más relevantes.
Conclusión: entrando en una nueva etapa
A pesar de la fortaleza mostrada por el oro en 2025, las previsiones para 2026 parecen decisivas para determinar si el metal mantendrá su posición como refugio seguro en un mundo cada vez más amenazado.
Con el fin del ciclo de endurecimiento monetario y la entrada en una fase de desaceleración global, el mercado podría experimentar una lucha continua entre quienes buscan obtener beneficios y las nuevas oleadas de compra de bancos centrales y grandes instituciones.
Si las rentabilidades reales siguen bajando y el dólar permanece débil, el oro es un fuerte candidato a registrar nuevos máximos históricos. Por otro lado, si la inflación se reduce y la confianza en los mercados financieros se restablece, el metal podría entrar en una fase de estabilización prolongada que impida alcanzar los objetivos de 5000 dólares.
Lo que está claro es que las oportunidades existen, pero la vigilancia y un entendimiento profundo de los factores que influyen en las previsiones del oro seguirán siendo esenciales para cualquier decisión de inversión.
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Pronósticos del oro 2026: ¿Nos espera una ruptura histórica nueva?
Trayectoria de subida y corrección en 2025
El metal precioso ha experimentado durante el año actual movimientos volátiles que lo han puesto en el centro de atención de los inversores, comenzando 2025 con un precio medio de 3455 dólares por onza, para luego registrar un aumento pronunciado a mediados de octubre cuando superó los 4300 dólares, antes de retroceder notablemente a niveles cercanos a 4000 dólares en noviembre. Estos movimientos extremos reflejaron una lucha real en los mercados entre quienes buscan obtener beneficios y las oleadas de compra continuas de las grandes instituciones.
El principal impulsor de esta subida no se basó en un solo factor, sino en una compleja combinación de temores económicos crecientes, especialmente sobre la desaceleración del crecimiento en las economías principales, junto con el regreso gradual de políticas monetarias expansivas. Además, la incertidumbre constante respecto a las enormes deudas soberanas y las tensiones persistentes en las cadenas de suministro globales hicieron del oro la opción preferida para cubrirse contra riesgos en las grandes carteras de inversión.
El análisis técnico dibuja una imagen neutral actualmente
Desde el punto de vista del análisis técnico, los precios del oro cerraron el 21 de noviembre de 2025 en 4065 dólares por onza, habiendo alcanzado su máximo el 20 de octubre en 4381 dólares. Lo interesante es que el precio rompió la línea de la canal alcista en el marco diario, aunque todavía se mantiene sobre la línea de tendencia ascendente principal que conecta los mínimos en torno a 4050 dólares.
El nivel de 4000 dólares representa un soporte decisivo en esta etapa; si se rompe con un cierre diario claro, el precio podría deslizarse hacia los 3800 dólares (nivel de corrección de Fibonacci del 50%). Por arriba, los 4200 dólares constituyen la primera resistencia fuerte, y superarla podría abrir camino hacia los 4400 y luego los 4680 dólares.
El índice de fuerza relativa (RSI) se sitúa en 50, lo que indica que el mercado está en una posición completamente neutral, sin una tendencia clara en ninguna dirección. Por otro lado, el indicador MACD confirma que la tendencia general sigue siendo alcista, con la línea de señal por encima de cero. La previsión técnica apunta a una posible negociación en un rango lateral entre 4000 y 4220 dólares a corto plazo, manteniendo la visión positiva mientras el precio permanezca por encima de la línea de tendencia principal.
La demanda inversora: el motor real
Datos del Consejo Mundial del Oro muestran que la demanda total de oro en el segundo trimestre de 2025 alcanzó las 1249 toneladas, un aumento del 3% anual, pero el valor se disparó a 132 mil millones de dólares, un incremento del 45%, reflejando el papel cada vez mayor de las inversiones institucionales.
Los fondos cotizados en bolsa (ETFs) de oro experimentaron flujos masivos, elevando los activos gestionados a 472 mil millones de dólares, y las tenencias aumentaron a 3838 toneladas, un 6% más que el trimestre anterior. Este número se acerca a un máximo histórico de aproximadamente 3929 toneladas, una señal fuerte de la demanda sostenida.
Norteamérica lideró la demanda global con 345.7 toneladas de un total de 618.8 toneladas en los primeros nueve meses de 2025, seguida por Europa con 148.4 toneladas y Asia con 117.8 toneladas. Solo en Estados Unidos, la demanda de consumo cayó a 124 toneladas en el segundo trimestre, un descenso del 34% trimestral, pero las entradas en fondos de inversión de 21 mil millones de dólares en la primera mitad compensaron esta caída.
Datos de Bloomberg indican que el 28% de los nuevos inversores en mercados desarrollados añadieron oro a sus carteras por primera vez en el último año, impulsados por expectativas de aumento de precios y una amplia cobertura mediática. Estos nuevos inversores mantuvieron sus posiciones incluso durante breves períodos de corrección, lo que fortaleció la estabilidad de los precios.
Los bancos centrales reconfiguran sus reservas
Los bancos centrales de todo el mundo continuaron añadiendo oro a sus reservas a un ritmo acelerado. En el primer trimestre de 2025, añadieron 244 toneladas, un aumento del 24% respecto a la media trimestral de los últimos cinco años.
Lo que llama la atención es que el 44% de los bancos centrales globales gestionan ahora reservas en oro, frente al 37% en 2024, reflejando una tendencia clara hacia la diversificación de activos lejos del dólar estadounidense.
El Banco Popular de China continuó sus compras durante 22 meses consecutivos, añadiendo más de 65 toneladas solo en ese período. Turquía también reforzó sus reservas a más de 600 toneladas. Se espera que las compras de los bancos centrales sigan siendo el principal motor de demanda hasta finales de 2026, especialmente en mercados emergentes que buscan proteger sus monedas locales de la volatilidad en los tipos de cambio.
Limitaciones en la oferta: restricciones en la producción
Aunque la producción minera alcanzó un récord en el primer trimestre de 2025 con 856 toneladas, este aumento del 1% anual no fue suficiente para cerrar la brecha entre la demanda creciente y la oferta limitada. La situación se agravó por la caída del 1% en el oro reciclado en ese mismo período, ya que los poseedores prefirieron mantener sus reservas esperando mayores aumentos de precio.
Incluso a niveles de precios sin precedentes, la oferta no respondió tan rápidamente como se esperaba, a pesar de mejoras en la producción en algunos países de África y Asia. Esta escasez de oferta impulsa al oro a probar nuevas resistencias en 2026.
La industria minera enfrenta crecientes presiones por el aumento de costos operativos debido a la inflación en energía y salarios, lo que reduce los márgenes de beneficio y limita la expansión. La firma Fitch Solutions indicó que el costo medio de extracción subió a 1470 dólares por onza a mediados de 2025, el nivel más alto en una década, haciendo que cualquier incremento en la producción sea costoso y lento.
Política monetaria: motor del cambio
La Reserva Federal de EE. UU. redujo las tasas de interés en octubre de 2025 en 25 puntos básicos, hasta un rango de 3.75-4.00%, siendo esta la segunda reducción desde diciembre de 2024. El comunicado acompañante señaló la posibilidad de recortes adicionales si la fortaleza del mercado laboral o el crecimiento económico se debilitaban.
Algunos responsables de la Fed expresaron su apoyo a medidas restrictivas; Michelle Bowman anticipó dos recortes más antes de fin de 2025 debido a la debilidad del mercado laboral, y Alberto Musalem, de la Fed de St. Louis, sugirió espacio para una reducción adicional, aunque con cautela respecto a la inflación persistente.
La herramienta FedWatch indica que los mercados ya descuentan una reducción adicional de 25 puntos básicos en la reunión del 9-10 de diciembre de 2025, siendo este el tercer recorte del año. Estas reducciones consecutivas podrían elevar las expectativas del precio del oro debido a la caída del dólar, por la relación inversa entre ambos.
Los informes de BlackRock sugieren que la Fed podría apuntar a una tasa de interés del 3.4% para finales de 2026 en un escenario moderado. Si estas previsiones se cumplen, las rentabilidades reales de los bonos disminuirían, reduciendo el costo de oportunidad del oro como activo sin rendimiento y fortaleciendo su atractivo como refugio seguro.
El contexto monetario global más amplio
Las previsiones del precio del oro no dependen únicamente de las decisiones de la Fed, sino que están directamente influenciadas por las políticas de los principales bancos centrales mundiales. Cuando bancos como el Banco Central Europeo y el Banco de Japón adoptan políticas expansivas mediante recortes de tasas o programas de compra de bonos, las monedas locales se debilitan y las rentabilidades reales disminuyen, aumentando la atracción del metal como activo seguro.
El endurecimiento monetario por parte de cualquier banco central grande puede limitar temporalmente la demanda de oro, especialmente entre inversores institucionales que buscan rentas fijas.
Durante 2025, los bancos centrales principales mostraron claros contrastes: la Fed empezó a reducir gradualmente las tasas, el BCE continuó con políticas restrictivas para combatir la inflación, y el Banco de Japón mantuvo su política expansiva. Esta diversidad creó un entorno volátil que fortaleció el papel del metal como herramienta de cobertura global.
La inflación y la deuda: las preocupaciones persistentes
El Banco Mundial pronosticó en abril de 2025 un aumento del 35% en el precio del oro durante ese año, aunque también prevé una caída en las expectativas en 2026 a medida que disminuyen las presiones inflacionarias, manteniendo los precios relativamente elevados en comparación con años anteriores.
El Fondo Monetario Internacional advirtió que la deuda pública mundial superó el 100% del PIB, generando preocupaciones sobre la sostenibilidad de las políticas fiscales. Con el aumento de estas inquietudes, los inversores se volcaron hacia el oro como refugio que protege contra la pérdida del poder adquisitivo.
La debilidad del dólar y la desaceleración del crecimiento en las economías avanzadas favorecieron los precios de las commodities, especialmente del oro, que ahora se percibe como un activo alternativo seguro frente a los crecientes riesgos de deuda soberana.
La desaceleración en los programas de ajuste fiscal en las principales economías, especialmente EE. UU. y la Unión Europea, aumentó la presión sobre los mercados de bonos. Datos de Bloomberg Economics muestran que el 42% de los fondos de cobertura principales incrementaron sus posiciones en oro durante el tercer trimestre de 2025.
Tensiones geopolíticas: un catalizador inesperado
Los conflictos comerciales entre EE. UU. y China y las tensiones en Oriente Medio impulsaron a los inversores a aumentar su exposición al oro como refugio seguro. La agencia Reuters informó que la incertidumbre geopolítica en 2025 elevó la demanda en un 7% anual, ya que los fondos institucionales buscaron cubrir riesgos en mercados emergentes y en la volatilidad del petróleo.
Cuando las tensiones en torno a Taiwán y las preocupaciones por el suministro energético aumentaron en julio de 2025, los precios spot superaron los 3400 dólares por onza. Con la persistencia de la incertidumbre, el oro continuó su ascenso, superando los 4300 dólares a mediados de octubre.
Este comportamiento histórico muestra cómo el metal reacciona rápidamente ante crisis, fortaleciendo las expectativas de que cualquier shock en 2026 podría llevarlo a niveles récord.
La dinámica del dólar y las rentabilidades reales
El oro históricamente mantiene una relación inversa con el dólar estadounidense y las rentabilidades reales de los bonos soberanos. La debilidad del dólar aumenta su atractivo para inversores extranjeros, mientras que las altas rentabilidades reducen su interés como activo sin rendimiento.
Durante 2025, el índice del dólar cayó aproximadamente un 7.64% desde su pico a principios de año hasta el 21 de noviembre, influido por las expectativas de recortes en las tasas y la desaceleración del crecimiento. Las rentabilidades de los bonos estadounidenses a 10 años bajaron del 4.6% en el primer trimestre al 4.07% en noviembre.
Esta doble caída del dólar y las rentabilidades elevó la demanda institucional de oro, ya que los inversores buscan reequilibrar sus carteras alejándose de activos en dólares.
Los analistas de Bank of America consideran que la continuidad de esta tendencia podría respaldar las previsiones de oro para 2026, especialmente con las rentabilidades reales estables en torno al 1.2% y la persistente presión sobre el dólar debido a la política monetaria expansiva, lo que podría mantener una trayectoria alcista sostenida del oro.
Expectativas de los mercados para 2026
Grandes bancos internacionales han emitido previsiones ambiciosas para 2026. HSBC espera que la tendencia alcista impulse el precio hasta 5000 dólares por onza en la primera mitad de 2026, con un promedio previsto de 4600 dólares para todo el año, frente a 3455 dólares en 2025, impulsado por riesgos geopolíticos, aumento de la deuda y nuevos inversores.
Bank of America elevó su previsión a 5000 dólares como máximo potencial en 2026, con un promedio estimado de 4400 dólares, aunque advirtió sobre una posible corrección a corto plazo si los inversores buscan tomar beneficios.
Goldman Sachs ajustó su previsión a 4900 dólares por onza, señalando un flujo más fuerte hacia fondos de oro cotizados y la continuidad en la adquisición de oro por parte de los bancos centrales.
J.P. Morgan proyectó que el promedio del cuarto trimestre de 2025 rondaría los 3675 dólares, y que el oro alcanzaría aproximadamente los 5055 dólares a mediados de 2026, aunque ya superó esas metas a principios del cuarto trimestre.
El rango más común entre los principales analistas para las previsiones de oro oscila entre 4800 y 5000 dólares como máximo potencial, con un promedio entre 4200 y 4800 dólares para el año.
Expectativas del oro en Oriente Medio
La región de Oriente Medio ha visto incrementos notables en las reservas de oro de sus bancos centrales. El Banco Central de Egipto añadió una tonelada en el primer trimestre de 2025, mientras que el Banco Central de Qatar sumó 3 toneladas.
Según las previsiones de CoinCodex, las expectativas para el oro en Egipto indican que el precio podría llegar a aproximadamente 522,580 libras egipcias por onza, lo que representa un aumento del 158.46% respecto a los precios actuales.
Para Arabia Saudita, si traducimos las previsiones globales (que sugieren que el precio podría acercarse a 5000 dólares en algunos escenarios para 2026) a la moneda local, el rial saudí, podríamos alcanzar un incremento cercano a 18750-19000 riales (considerando un tipo de cambio entre 3.75 y 3.80 riales por dólar).
En los Emiratos Árabes Unidos, usando las mismas premisas y convirtiendo el precio a dirhams, se podría estimar un valor cercano a 18375-19000 dirhams por onza.
Es importante señalar que estas previsiones son aproximadas y dependen de múltiples supuestos, como la estabilidad en los tipos de cambio (que de hecho se mantiene en Arabia Saudita y los Emiratos), la continuidad de la demanda global y la ausencia de grandes turbulencias económicas.
Corrección probable: factor de incertidumbre
A pesar de las previsiones mayoritariamente optimistas, HSBC advirtió en su análisis anual sobre la posibilidad de que el impulso alcista pierda parte de su fuerza en la segunda mitad de 2026. Podría producirse una corrección hacia los 4200 dólares por onza si los inversores buscan tomar beneficios, aunque descartó una caída por debajo de los 3800 dólares a menos que ocurra un gran shock económico.
Goldman Sachs alertó que mantener los precios por encima de 4800 dólares podría poner a la mercado a prueba de “credibilidad de precios”, es decir, evaluar la capacidad del oro para sostenerse en niveles elevados con una demanda industrial débil.
Por otro lado, los analistas de J.P. Morgan y Deutsche Bank coinciden en que el oro ha entrado en una nueva zona de precios difícil de romper a la baja, gracias a un cambio estratégico en la percepción del inversor hacia el activo como una inversión a largo plazo en lugar de una herramienta especulativa a corto plazo.
Aprovechar las oportunidades del oro en 2026
Para beneficiarse de las altas previsiones del oro, los inversores disponen de varias opciones. Pueden comprar lingotes de oro físico directamente, invertir en fondos cotizados especializados en oro, o adquirir acciones de empresas mineras y comerciales.
Otra opción cada vez más atractiva para los especuladores es el trading de contratos por diferencia (CFDs), que permite especular sobre los movimientos del oro sin poseerlo físicamente.
Los contratos por diferencia conllevan riesgos elevados, pero también oportunidades reales de obtener beneficios. Para tener éxito en este campo, es fundamental escoger un corredor de confianza y seguro que ofrezca soporte completo. Las plataformas modernas ofrecen interfaces sencillas, ejecución rápida de órdenes, gráficos dinámicos y calendarios económicos integrados que reúnen los eventos y datos más relevantes.
Conclusión: entrando en una nueva etapa
A pesar de la fortaleza mostrada por el oro en 2025, las previsiones para 2026 parecen decisivas para determinar si el metal mantendrá su posición como refugio seguro en un mundo cada vez más amenazado.
Con el fin del ciclo de endurecimiento monetario y la entrada en una fase de desaceleración global, el mercado podría experimentar una lucha continua entre quienes buscan obtener beneficios y las nuevas oleadas de compra de bancos centrales y grandes instituciones.
Si las rentabilidades reales siguen bajando y el dólar permanece débil, el oro es un fuerte candidato a registrar nuevos máximos históricos. Por otro lado, si la inflación se reduce y la confianza en los mercados financieros se restablece, el metal podría entrar en una fase de estabilización prolongada que impida alcanzar los objetivos de 5000 dólares.
Lo que está claro es que las oportunidades existen, pero la vigilancia y un entendimiento profundo de los factores que influyen en las previsiones del oro seguirán siendo esenciales para cualquier decisión de inversión.