¿Recuerdas cuando la inflación alcanzó su pico en 9% - ¿un récord de 40 años? Ese número asustó a todos.

Ahora estamos viendo un 2.5%. Los números bajaron, claro. Pero esto es lo que nadie está hablando: los precios nunca volvieron a bajar. Simplemente dejaron de subir tan rápido.

Los víveres todavía cuestan el doble de lo que costaban hace tres años. ¿Gasolina? La misma historia. El alquiler sigue comiendo una porción mayor de los salarios.

Mientras tanto, la deuda de los hogares se acumula. Las tarjetas de crédito están al máximo. Los préstamos personales se apilan. Las familias ya no solo están estiradas, están sumergidas.

Una tasa de inflación más baja no significa una vida asequible. Solo significa que estamos ahogándonos más lentamente.

Esto importa para todos los que vigilan sus carteras. Cuando el poder de compra de los consumidores colapsa, los mercados lo sienten. Las crisis de deuda no permanecen aisladas: se propagan por todo, incluido el cripto.