El impacto de la economía global en 2022 nos dejó una lección profunda: la inflación ya no es un término lejano de la economía, sino una realidad que afecta directamente a nuestras carteras. El Banco Central de Taiwán elevó las tasas en 5 ocasiones, y la tasa de inflación en Estados Unidos alcanzó su nivel más alto en 40 años. Todo esto nos está diciendo: aprender a encontrar oportunidades en medio de la inflación se ha convertido en una asignatura imprescindible para los inversores.
¿Qué es exactamente la inflación? ¿Por qué aparece?
En términos simples, la inflación es la subida continua de los precios, lo que hace que tu dinero valga cada vez menos. En terminología económica, cuando la cantidad de dinero en circulación en una economía supera la oferta real de bienes, se produce un exceso de dinero persiguiendo muy pocos bienes, lo que resulta en un aumento de los precios.
Las causas de la inflación son variadas y complejas. Un aumento repentino en la demanda puede elevar los precios; este tipo de inflación impulsada por la demanda, aunque genera crecimiento económico, también aumenta los costos de consumo. Por otro lado, un aumento en los costos de las materias primas, como en el conflicto Rusia-Ucrania de 2022, donde los precios de la energía en Europa se multiplicaron por 10, llevó a que la inflación en la zona euro superara el 10% anual, alcanzando niveles históricos, pero acompañada de recesión económica. Factores como la emisión excesiva de dinero por parte del gobierno y las expectativas también pueden desencadenar ciclos inflacionarios.
El indicador más utilizado para medir la inflación es el Índice de Precios al Consumidor (IPC). En 2022, el IPC de EE. UU. subió un 9.1% interanual, alcanzando su nivel más alto en 40 años. Estos datos reflejan claramente la gravedad de la inflación en ese momento.
¿Por qué los bancos centrales de diferentes países optan por subir las tasas?
Cuando la inflación se descontrola, los bancos centrales suelen optar por subir las tasas de interés. La lógica es sencilla: aumentar las tasas encarece el crédito, lo que hace que las personas sean menos propensas a pedir préstamos para gastar, prefiriendo en cambio ahorrar en el banco. La reducción del dinero en circulación disminuye la demanda de bienes, lo que naturalmente reduce los precios y ayuda a controlar la inflación.
Por ejemplo, si la tasa de interés sube del 1% al 5%, el coste anual de un préstamo de 1 millón pasa de 10,000 a 50,000, una diferencia suficiente para que los consumidores piensen dos veces antes de endeudarse.
Pero subir las tasas también tiene sus costos: una menor demanda significa que las empresas dejan de expandirse, despiden empleados, aumenta el desempleo, y la economía puede desacelerarse o incluso entrar en crisis. En 2022, EE. UU. experimentó esto: la Reserva Federal subió las tasas en 7 ocasiones, desde 0.25% hasta 4.5%, lo que provocó una caída del 19% en el índice S&P 500 y una caída del 33% en el Nasdaq.
¿La inflación solo trae cosas malas?
En realidad, no. Una inflación moderada puede ser beneficiosa para la economía. Cuando la gente espera que los precios suban en el futuro, aumenta su deseo de consumir, lo que impulsa la inversión empresarial, incrementa la producción y fomenta el crecimiento económico. La experiencia de China a principios de los 2000 lo demuestra: el IPC subió del 0 al 5%, y la tasa de crecimiento del PIB pasó del 8% a más del 10%.
Por otro lado, la deflación, o inflación negativa, es la verdadera pesadilla. Japón, en los años 90, sufrió una deflación prolongada: los precios se estancaron, la gente prefirió ahorrar en lugar de gastar, el PIB cayó en negativo, y esto llevó a lo que se conoce como las “tres décadas perdidas”.
Por ello, países desarrollados como EE. UU., Europa y Japón establecen un objetivo de inflación del 2%-3%, y la mayoría de los países entre el 2% y el 5%, con el fin de mantener un equilibrio entre crecimiento económico y estabilidad de precios.
¿Quién se beneficia de la inflación?
Los beneficiados más directos de la inflación son quienes tienen deudas. Cuando los precios suben, el valor real de la deuda disminuye. Por ejemplo, si hace 20 años tomaste un préstamo de 100,000 para comprar una casa y la inflación anual fue del 3%, después de 20 años esa deuda en valor real se ha reducido a unos 55,000, lo que equivale a pagar solo la mitad.
Por eso, en períodos de alta inflación, quienes adquieren activos con deuda (como bienes raíces, acciones, oro, etc.) tienden a beneficiarse más. Además, esta estrategia cuenta con respaldo histórico.
¿Cómo ajustar la cartera en tiempos de alta inflación?
En tiempos de baja inflación, las acciones suelen beneficiarse, mientras que en tiempos de alta inflación, lo contrario. En períodos de baja inflación, el dinero caliente fluye hacia las acciones, elevando sus precios; en tiempos de alta inflación, los bancos centrales adoptan políticas restrictivas, lo que suele hacer caer los precios de las acciones. 2022 fue un ejemplo claro.
Pero esto no significa que en tiempos de alta inflación debas evitar las acciones. Las acciones del sector energético suelen rendir muy bien en estos períodos. En 2022, el sector energético en EE. UU. tuvo una rentabilidad superior al 60%, con Occidental Petroleum subiendo un 111% y ExxonMobil un 74%, muy por encima de otros sectores.
Además de seleccionar acciones específicas, deberías considerar los siguientes activos:
Bienes raíces: La liquidez que aumenta en tiempos de inflación suele dirigirse hacia la propiedad, elevando los precios inmobiliarios.
Metales preciosos (oro, plata): El oro tiene una relación inversa con las tasas de interés reales. Cuanto mayor sea la inflación, menor será la tasa de interés real, y mejor se comportará el oro. Es un clásico activo para protegerse contra la inflación.
Divisas (como el dólar): En períodos de alta inflación, la Reserva Federal adopta políticas agresivas de subida de tasas, lo que impulsa la apreciación del dólar.
Acciones: Aunque en el corto plazo pueden variar, a largo plazo suelen superar la tasa de inflación.
Una estrategia de asignación de activos podría ser: 33% en acciones (especialmente energéticas), 33% en oro y 33% en dólares. Esto permite aprovechar el potencial de crecimiento de las acciones, la protección del oro y el hedge del dólar, además de reducir riesgos asociados a una sola clase de activo y ofrecer una rentabilidad más estable.
Resumen: La inversión inteligente en tiempos de inflación
La inflación es tanto un desafío como una oportunidad. Entender sus causas e impactos, seguir las políticas de los bancos centrales y construir una cartera diversificada son las claves para enfrentarse a ella.
La baja inflación impulsa el crecimiento económico, mientras que la alta inflación requiere que los bancos centrales utilicen la subida de tasas, una espada de doble filo. Los inversores inteligentes deben anticiparse a las expectativas inflacionarias, diversificando en acciones, oro, dólares y otros activos, para evitar la pérdida de valor del efectivo y aprovechar las oportunidades del mercado. En tiempos de inflación, mantener la alerta y la flexibilidad es la mejor forma de hacer crecer los activos en lugar de que se reduzcan.
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La inflación está llegando, ¡el dinero en tus manos se devalúa! ¿Cómo deben responder los inversores?
El impacto de la economía global en 2022 nos dejó una lección profunda: la inflación ya no es un término lejano de la economía, sino una realidad que afecta directamente a nuestras carteras. El Banco Central de Taiwán elevó las tasas en 5 ocasiones, y la tasa de inflación en Estados Unidos alcanzó su nivel más alto en 40 años. Todo esto nos está diciendo: aprender a encontrar oportunidades en medio de la inflación se ha convertido en una asignatura imprescindible para los inversores.
¿Qué es exactamente la inflación? ¿Por qué aparece?
En términos simples, la inflación es la subida continua de los precios, lo que hace que tu dinero valga cada vez menos. En terminología económica, cuando la cantidad de dinero en circulación en una economía supera la oferta real de bienes, se produce un exceso de dinero persiguiendo muy pocos bienes, lo que resulta en un aumento de los precios.
Las causas de la inflación son variadas y complejas. Un aumento repentino en la demanda puede elevar los precios; este tipo de inflación impulsada por la demanda, aunque genera crecimiento económico, también aumenta los costos de consumo. Por otro lado, un aumento en los costos de las materias primas, como en el conflicto Rusia-Ucrania de 2022, donde los precios de la energía en Europa se multiplicaron por 10, llevó a que la inflación en la zona euro superara el 10% anual, alcanzando niveles históricos, pero acompañada de recesión económica. Factores como la emisión excesiva de dinero por parte del gobierno y las expectativas también pueden desencadenar ciclos inflacionarios.
El indicador más utilizado para medir la inflación es el Índice de Precios al Consumidor (IPC). En 2022, el IPC de EE. UU. subió un 9.1% interanual, alcanzando su nivel más alto en 40 años. Estos datos reflejan claramente la gravedad de la inflación en ese momento.
¿Por qué los bancos centrales de diferentes países optan por subir las tasas?
Cuando la inflación se descontrola, los bancos centrales suelen optar por subir las tasas de interés. La lógica es sencilla: aumentar las tasas encarece el crédito, lo que hace que las personas sean menos propensas a pedir préstamos para gastar, prefiriendo en cambio ahorrar en el banco. La reducción del dinero en circulación disminuye la demanda de bienes, lo que naturalmente reduce los precios y ayuda a controlar la inflación.
Por ejemplo, si la tasa de interés sube del 1% al 5%, el coste anual de un préstamo de 1 millón pasa de 10,000 a 50,000, una diferencia suficiente para que los consumidores piensen dos veces antes de endeudarse.
Pero subir las tasas también tiene sus costos: una menor demanda significa que las empresas dejan de expandirse, despiden empleados, aumenta el desempleo, y la economía puede desacelerarse o incluso entrar en crisis. En 2022, EE. UU. experimentó esto: la Reserva Federal subió las tasas en 7 ocasiones, desde 0.25% hasta 4.5%, lo que provocó una caída del 19% en el índice S&P 500 y una caída del 33% en el Nasdaq.
¿La inflación solo trae cosas malas?
En realidad, no. Una inflación moderada puede ser beneficiosa para la economía. Cuando la gente espera que los precios suban en el futuro, aumenta su deseo de consumir, lo que impulsa la inversión empresarial, incrementa la producción y fomenta el crecimiento económico. La experiencia de China a principios de los 2000 lo demuestra: el IPC subió del 0 al 5%, y la tasa de crecimiento del PIB pasó del 8% a más del 10%.
Por otro lado, la deflación, o inflación negativa, es la verdadera pesadilla. Japón, en los años 90, sufrió una deflación prolongada: los precios se estancaron, la gente prefirió ahorrar en lugar de gastar, el PIB cayó en negativo, y esto llevó a lo que se conoce como las “tres décadas perdidas”.
Por ello, países desarrollados como EE. UU., Europa y Japón establecen un objetivo de inflación del 2%-3%, y la mayoría de los países entre el 2% y el 5%, con el fin de mantener un equilibrio entre crecimiento económico y estabilidad de precios.
¿Quién se beneficia de la inflación?
Los beneficiados más directos de la inflación son quienes tienen deudas. Cuando los precios suben, el valor real de la deuda disminuye. Por ejemplo, si hace 20 años tomaste un préstamo de 100,000 para comprar una casa y la inflación anual fue del 3%, después de 20 años esa deuda en valor real se ha reducido a unos 55,000, lo que equivale a pagar solo la mitad.
Por eso, en períodos de alta inflación, quienes adquieren activos con deuda (como bienes raíces, acciones, oro, etc.) tienden a beneficiarse más. Además, esta estrategia cuenta con respaldo histórico.
¿Cómo ajustar la cartera en tiempos de alta inflación?
En tiempos de baja inflación, las acciones suelen beneficiarse, mientras que en tiempos de alta inflación, lo contrario. En períodos de baja inflación, el dinero caliente fluye hacia las acciones, elevando sus precios; en tiempos de alta inflación, los bancos centrales adoptan políticas restrictivas, lo que suele hacer caer los precios de las acciones. 2022 fue un ejemplo claro.
Pero esto no significa que en tiempos de alta inflación debas evitar las acciones. Las acciones del sector energético suelen rendir muy bien en estos períodos. En 2022, el sector energético en EE. UU. tuvo una rentabilidad superior al 60%, con Occidental Petroleum subiendo un 111% y ExxonMobil un 74%, muy por encima de otros sectores.
Además de seleccionar acciones específicas, deberías considerar los siguientes activos:
Bienes raíces: La liquidez que aumenta en tiempos de inflación suele dirigirse hacia la propiedad, elevando los precios inmobiliarios.
Metales preciosos (oro, plata): El oro tiene una relación inversa con las tasas de interés reales. Cuanto mayor sea la inflación, menor será la tasa de interés real, y mejor se comportará el oro. Es un clásico activo para protegerse contra la inflación.
Divisas (como el dólar): En períodos de alta inflación, la Reserva Federal adopta políticas agresivas de subida de tasas, lo que impulsa la apreciación del dólar.
Acciones: Aunque en el corto plazo pueden variar, a largo plazo suelen superar la tasa de inflación.
Una estrategia de asignación de activos podría ser: 33% en acciones (especialmente energéticas), 33% en oro y 33% en dólares. Esto permite aprovechar el potencial de crecimiento de las acciones, la protección del oro y el hedge del dólar, además de reducir riesgos asociados a una sola clase de activo y ofrecer una rentabilidad más estable.
Resumen: La inversión inteligente en tiempos de inflación
La inflación es tanto un desafío como una oportunidad. Entender sus causas e impactos, seguir las políticas de los bancos centrales y construir una cartera diversificada son las claves para enfrentarse a ella.
La baja inflación impulsa el crecimiento económico, mientras que la alta inflación requiere que los bancos centrales utilicen la subida de tasas, una espada de doble filo. Los inversores inteligentes deben anticiparse a las expectativas inflacionarias, diversificando en acciones, oro, dólares y otros activos, para evitar la pérdida de valor del efectivo y aprovechar las oportunidades del mercado. En tiempos de inflación, mantener la alerta y la flexibilidad es la mejor forma de hacer crecer los activos en lugar de que se reduzcan.